
Mis madrugadores ojos vieron nacer el rocio
que alimenta tu corazón,
y buscas en lo solitario de las horas
su lento caminar,
hoy no fueron tus miradas
las que me llenaron
de alegria,
sino que fueron tus deseos
de mantener encendida,
esa luz que combate
la tormenta, que
se mantuvo por meses y no queria marcharse.
Hoy rayos de sol
se mantienen a la espera
de que mis pasos
te acompañen hacia el puente
de nuestra devoción.